domingo, 26 de marzo de 2023

norwegian wood

Dedico este post
a la memoria de mi tía Alba.


Leí la novela. Recuerdo vagamente que se desarrolla en el convulso mundillo universitario de los años 60s (explosión demográfica luego de la SGM). En los primeros cinco minutos de la cinta el director nos sorraja un suicidio: el joven universitario se ahoga en gas, como tanto se ha visto en los seriales de TV (recuerdo una jovencita que copiaba el outfit de Kelly Taylor en BH90210 que pretendió suicidarse ella y matar a su sosias -retenida a la fuerza- en un paradero de la playa de Santa Mónica o Malibú): Tara traps Kelly

Desde los años 2000s se ha venido incrementando el suicidio en México. Principalmente entre la juventud. Eso explicaría el consumo de alcohol y otras drogas: se están matando. O no saben qué hacer con su libertad o no tienen criterio o simplemente están aburridos.

Tarea: releer Hace falta un muchacho.

Entre nosotros, creo que sólo René Avilés Fabila, Los suicidas, abordó el tema con seriedad. "Un hombre puede ser destruido pero no derrotado", escribió Ernest Hemingway, El viejo y el mar. Y a continuación tomó su escopeta y se descerrajó un tiro. 

Los jóvenes suicidas se dan cuenta demasiado pronto que todo es un fiasco, empezando por los padres, que no sólo te engañan sino que tampoco te educan (me refiero a esos que lloran porque el hijo metió las cuatro y la novia salió con su domingo siete)  para no perder autoridad. 

La vida es demasiado dolor y frustración. Eso lo sabe uno tarde que temprano: se soporta con carácter, sueños, buenos momentos, intentos, ilusiones. Estoy seguro que las llamadas especies inferiores lo intuyen, que van a morir, pero no pierden el tiempo matándose o deprimiéndose: comen, duermen, procrean. Es parte de nuestra sofisticación: ahogarse en un vaso de agua. 

Yo prefiero ver el vaso medio lleno. No acostumbrase a la mala vida. Apenas el viernes un conductor despistado se echó de reversa en Malpica esquina Independencia (justo en la acera de enfrente ocurrió una balacera mientras recogía la ropa de la lavandería, vi a toda la gente de El Cubanito y otros puestos de comida callejera correr despavorida hacia la clínica de Román Marín, la misma calle del ataque narcoterrorista al bar Caballo Blanco). Calculé que me daba tiempo, o que el atolondrado conductor frenaría a tiempo. Pero a más de 50 KPH el Chevrolet Spark LT verde frenó tarde y tuve que pegar un brinco para evitar ser arrollado. Eso me dejó jodido. No quise salir a caminar este domingo, con tanto borracho enmariguanado, te pueden dejar lisiado de por vida. Entiendo por qué Carlos Fuentes prefería atravesar un cementerio abandonado en Londres que caminar al canto de una carretera.  Por eso se murió octogenario en un hospital privado y no atropellado por un idiota con prisa. Y eso que allá tienes que pasar un examen para sacar licencia de conducir. Hay que estar alerta. Cuidar de uno mismo.

Pendejos y pendejas al volante - "De Brasil podemos aprender que no hay forma de educar, al menos no rápidamente, a los conductores, que no sea por la fuerza. Y por fuerza me refiero a la fiscalización electrónica, con muchos y visibles puntos en las vías, no con 3 ó 4 cámaras escondidas, como existen en el anillo periférico de Guadalajara." (Sergio Oliveira, del periódico El Informador)

Muerto la gobernadora de Puebla y el senador Moreno Valle, lo primero que hicieron fue quitar la fotomulta. En la vía Atlixcáyotl van y vienen a más de 80 KPH y el ruido ensordecedor de los autos me recuerda las carreras de motocross en el autódromo Miguel E. Abed. Si el auto te lo permite se vale esa velocidad, pareciera ser su lógica.

Si estar vivo es mejor que estar muerto, es que todavía vale la pena vivir: la vida se soporta. La buena noticia es que sólo se vive una vez. En todo caso, los suicidas prueban al máximo que Dios es sólo una idea: quizá por eso, cuando no había panteones civiles, no se les podía dar cristiana sepultura. El Infierno tan temido es aquí en la Tierra, muchachos. Y luego, la nada.

Hay que aprender a vivir. Cuidar de uno mismo. Creo en el mérito propio y en la propia autorrealización. Lo demás, es lo de menos.

sábado, 4 de marzo de 2023

el dia que vimos a Salma Hayek

Una camioneta Suburban salió del  estacionamiento de Megacable, donde antes estaba la Tienda del SUNTUAP, sito en la 11 Sur. Por la ventana del copiloto alcanzaste a ver a la súper estrella de Hollywood, protagonista del remake Teresa en Televisa, y has de decir que es más bonita en persona.

Nunca he visto sus pelis. En ese entonces estaba rodando en El Alto Frida, muy criticada por la prensa y el público envidioso que no quiere a la veracruzana (odian a Belinda por la misma razón). Pero reconocida por la academia, creo que ganó un premio en diseño o vestuario o efectos especiales.

Un día, hojeando una biografía española en el tiradero de Librería Los Ángeles de la Avenida Juárez, alcancé a leer que su padre, el empresario Sami Hayek, se había atrevido a ponerle Salma a su hija. Santo Cielo, como si no hubiera nombres mucho  peores. Además, creo que algo significa en árabe (quienes ocuparon la península ibérica 800 años, no entiendo el asombro de la autora ni el descuido del editor). España era África hasta que Felipe González la metió a la OTAN. De hecho, Franco nació en Marruecos, a la sazón protectorado español. Lo perdieron junto con Filipinas, Cuba y Puerto Rico. Y luego se hundieron en una prolongada dictadura. Se pasaba hambre ahí, los españoles se abastecían con tarjetas de racionamiento y muchos comercios usaban planillas para colocar sus productos fidelizando clientes. Cuando el generalísimo murió, la juventud salió a festejar bien entrada la tarde, pues el régimen seguía fusilando opositores hasta el último momento.

No nos saludamos. Yo estaba esperando a que abrieran un comedor que estaba en Reforma Agua Azul poco antes de llegar al Circuito Interior. Lo pasábamos mal y ciertamente ella se me quedó mirando, abatido, sentado al canto de la banqueta.

casablanca 1942

Por supuesto, Humphrey Bogart (todavía vimos en cines The Queen of Africa), pero no nada más él: todo el reparto. Y cada vez que Ingrid Bergman sonríe uno piensa en lo que pudo haber sido y no fue: la vida que se nos va en cientos de cosas urgentes e inútiles.

Nostalgia, eso es lo que vende esta famosa cinta, jamás igualada. Todavía recuerdo cuando Sergio Romano ponía As time goes by en sus programas de TV, inclusive cuando en Canal 13 sustituía a Jorge Saldaña en el horario estelar de la noche del sábado. 

Los refugiados atascan Casablanca esperando un avión para Lisboa y sobrevivir a la Segunda Guerra Mundial. ¡Qué mundo, pero si parece que no cambia nada! Apenas hace unos días Putin celebró el primer año de su invasión a Ucrania. Y casi todos los días se miran migrantes sin papeles cruzando la frontera para montarse sobre La Bestia, el tren de carga que los acerca al Norte, al ansiado imperialismo yanqui, en busca de una vida que pueda vivirse.

Spoiler: Ilsa y Rick nunca se besan.