miércoles, 24 de enero de 2018

The Words

He visto pocas películas del gran Jeremy Irons. Recuerdo Y ahora, damas y caballeros (And now ladies and gentlemen), una cinta de Claude Lelouch, coprotagonizada por la hermosa Patricia Kaas y en la que corresponde al inglés el rol de un ladrón en fuga.

Cosas del tracking: hace poco encontramos en Youtube El hombre que veía el infinito (lo que me hizo recordar a los matemáticos de la facultad, así eran: uno ególatras, algunos simpáticos, pero todos demasiado pagados de sí mismos) y ahora, en estos días, porque no hay tiempo suficiente para sentarse a ver una película de un tirón, The Words (2012), a sugerencia de la misma red social.

Lo que más me ha gustado es que, terminada la lectura en voz alta del libro The Words, cuyo autor está interpretado por el ex-agente 007 Dennis Quaid, la película sigue donde se ha dejado el libro, no el romance del escritor maduro con la jovencita actractiva, una admiradora que le conoce bastante, una fanática que lo ha hecho suyo y se atreve a preguntar ¿y qué más? ¿cómo termina la historia?: la historia de un joven aspirante a escritor que, rechazado por las editoriales, viaja a París en su viaje de bodas (que le ha pagado el padre mediante un préstamo, pues el chico se niega a trabajar en el negocio familiar) y encuentra el maquinuscrito de una novela en el portafolios que le ha regalado su flamante esposa. Sin talento, y lo que es peor, sin disciplina para ejercitarse (pues su vida se divide entre un trabajo de poca monta en el mundillo editorial y una esposa joven, ardiente y guapa, afroamericana para más señas) y sin pensarlo dos veces hace suya esa obra, que no está firmada en el original: simple y descaradamente captura en la computadora la obra de otro. Y no se lo cuenta a nadie. Lo publica y se vuelve un éxito de público y de crítica. Pero todo se derrumba cuando el verdadero autor, interpretado por Jeremy Irons, lo encara en la solitaria banca de un parque durante la pausa del almuerzo,  pues el viejo le ha seguido desde que ha descubierto en librerías la obra que su esposa dejó olvidada en un tren, luego de la Segunda Guerra Mundial, en ese París que de ningún modo era una fiesta (Hemingway también perdió unos cuentos, como se muestra en una escena del Profesor Tripp y su editor en Wonder Boys, quien ha perdido el original de su segunda novela; acá el aspirante a escritor ha estado de pie durante un minuto en la posada que habitó el célebre novelista como corresponsal de guerra).

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