domingo, 22 de abril de 2018

The social network

David Fincher me sonaba de algo. En efecto: dirigió Gone Girl, basada en la novela homómina, la que, por cierto, le presté a La Amiguis antes de que terminara nuestro maravilloso contrato laboral (2017). Le acabo de marcar, arriesgándome a que estuviera con el novio o, peor, durmiendo (como dormiremos todos antes de ver el primer debate churro-presidencial, a eso de las 2,000 Horario del Centro). Pero no tuve suerte: no tenemos saldo suficiente en el teléfono móvil. Tu Plan Sin Límite ya sólo dura 21 días. Lo que se dice un verdadero robo del Sr. Slim.

Y es que ayer vimos The Game, la película en que hacen pasar un mal rato a Nicholas (Michael Douglas): su hermano menor, interpretado por el señor Sean Penn, le hace un obsequio en su aniversario 48 para replantearse la vida que lleva, volcada en los malditos negocios (el padre se ha suicidado y el heredero ni siquiera tuvo hijos, pues la mujer le abandonó).

Si no la han visto, échenle un vistazo a Deborah Kara Unger, una deliciosa belleza canadiense con ciertos rasgos eslavos, que podrían ser rusos, digo yo.

En uno de tus viajes dieron La Red Social en el autobús. Nunca te gustó Facebook pero la película sí. Y más si es de Fincher. En Sanborns me dijo la sosias de La Amiguis que "está descontinuada". Pero la encontré en MixUp a un precio ridículo.

lunes, 19 de marzo de 2018

Tomb Raider

La nueva reencarnación de Lara Croft, una chica nórdica (noruega o sueca), hace olvidar un tanto a mi lesbiana favorita (Angelina Jolie). Si pudiera pagarme la entrada, volvería a verla. Pero yo no soy crítico de cine, no soy el maestro Naime, sólo soy un tipo que ha querido ver en la pantalla grande el bonito rostro de mi novia Alicia Vikander. 

Alicia Vikander como Lara Croft en Tomb Raider

Nada más la veo y me recuerda a mi muchacha. "Te voy a extrañar, de veras", dijo. "Nadie me va a platicar cosas interesantes." No me extrañes, mejor llámame. No ha llamado desde octubre, y sufro la ausencia, como Lara Croft o Bruce Wayne lloran cada uno su pérdida. Niños huérfanos y millonarios, ¡qué mejor gancho para vender empatía!.

Actualización: 21-03-2018 17:17 Increíble. Me marcó hace 5 horas, cuando estaba haciendo la compra. ¿Habrá leído este post? 

Por cierto, qué tiempos aquellos en que uno iba al cine a meterle mano a la novia aprovechando la intimidad de la oscurana: ahora no sólo te están espiando con cámaras de visión nocturna, sino que cada cierto tiempo ¡te toman fotos!. El verdadero virus del año 2000 fue la web 2.0: el final de la privacidad. Ya sólo falta que nos metan esos aparatos en el sanitario (si es que no lo han hecho ya esos nazis).
    Por lo demás, en estos tiempos de Brexit Londres voltea a ver a una de sus antiguas colonias: Hong Kong, donde son adictos a los videojuegos (y Tomb Raider lo es, como Star Wars), particularmente los jóvenes, que se reúnen en grandes salas para jugar en línea día y noche, hasta caer exhaustos, muertos, alrededor del sexto día sin comer ni dormir. Por cierto, ¿algún día nos devolverán Belice estos piratas? ¿Siquiera está en litigio? Porfirio Díaz se los entregó a los ingleses como lo hizo con el 70% de las minas. Dizque para cortar el árbol de belice. Ahora tienen hasta una base militar ahí. Habrá que correrlos algún día. (Lo que nos pondría en guerra con EEUU). Por lo demás, hasta yo me di cuenta de cómo los productores de esta peli conceden al espectador para beneficiarse de la taquilla. Todo está calculado, como esos pechos turgentes y el bronceado delicioso. Y esos ojazos café. Y la cara, ay Dios, la carita de virgencita. Desde que inicia, se plantea que Lara es deportista, y fuerte. Una luchadora.

Corran a verla: es un poco como 007 Spectre y Batman en The Dark Knight Rises. En estos tiempos en que las prófugas de la cocina se han masculinizado (dicen palabrotas aunque no venga a cuento, van a la guerra y se suben al ring) uno agradece que al menos en el cine hollywoodense (aquí producen la Warner Bros., y la Metro Goldwyn Mayer, cuyo león parece tener la mirada de un halcón en el acercamiento que le hacen) se depilen las axilas. Muchas gracias. Por eso hicieron ese comercial de Mum Lady, ¿verdad?. Pillines. Habría que averiguar si hay correlación directa entre tanto cáncer de mama y esos antitranspirantes basados en laca que tapan los poros para impedir la natural sudoración.


Para la siguiente entrega Lara Croft ha adquirido, cómo no en esta cultura falocrática, dos sendos pistolones para enfrentarse a Trinity, la organización secreta detrás del imperio de su difunto padre, dejando atrás su rol de flechadora en esa isla inhóspita  enclavada en el mar de Japón a la que ha llegado aprovechándose de un marino borracho.

NOTA ¿Lara es Larissa? El nombre puede volverse a poner de moda, ya verán. Crédito de la foto: @Variety

miércoles, 24 de enero de 2018

The Words

He visto pocas películas del gran Jeremy Irons. Recuerdo Y ahora, damas y caballeros (And now ladies and gentlemen), una cinta de Claude Lelouch, coprotagonizada por la hermosa Patricia Kaas y en la que corresponde al inglés el rol de un ladrón en fuga.

Cosas del tracking: hace poco encontramos en Youtube El hombre que veía el infinito (lo que me hizo recordar a los matemáticos de la facultad, así eran: uno ególatras, algunos simpáticos, pero todos demasiado pagados de sí mismos) y ahora, en estos días, porque no hay tiempo suficiente para sentarse a ver una película de un tirón, The Words (2012), a sugerencia de la misma red social.

Lo que más me ha gustado es que, terminada la lectura en voz alta del libro The Words, cuyo autor está interpretado por el ex-agente 007 Dennis Quaid, la película sigue donde se ha dejado el libro, no el romance del escritor maduro con la jovencita actractiva, una admiradora que le conoce bastante, una fanática que lo ha hecho suyo y se atreve a preguntar ¿y qué más? ¿cómo termina la historia?: la historia de un joven aspirante a escritor que, rechazado por las editoriales, viaja a París en su viaje de bodas (que le ha pagado el padre mediante un préstamo, pues el chico se niega a trabajar en el negocio familiar) y encuentra el maquinuscrito de una novela en el portafolios que le ha regalado su flamante esposa. Sin talento, y lo que es peor, sin disciplina para ejercitarse (pues su vida se divide entre un trabajo de poca monta en el mundillo editorial y una esposa joven, ardiente y guapa, afroamericana para más señas) y sin pensarlo dos veces hace suya esa obra, que no está firmada en el original: simple y descaradamente captura en la computadora la obra de otro. Y no se lo cuenta a nadie. Lo publica y se vuelve un éxito de público y de crítica. Pero todo se derrumba cuando el verdadero autor, interpretado por Jeremy Irons, lo encara en la solitaria banca de un parque durante la pausa del almuerzo,  pues el viejo le ha seguido desde que ha descubierto en librerías la obra que su esposa dejó olvidada en un tren, luego de la Segunda Guerra Mundial, en ese París que de ningún modo era una fiesta (Hemingway también perdió unos cuentos, como se muestra en una escena del Profesor Tripp y su editor en Wonder Boys, quien ha perdido el original de su segunda novela; acá el aspirante a escritor ha estado de pie durante un minuto en la posada que habitó el célebre novelista como corresponsal de guerra).